La tradición elaboradora de la familia Pablo se remonta hasta el siglo XVIII, cuando conciben como negocio el vino, que ya cultivaban desde antes de esa fecha. Así, la familia asegura que “la gran riqueza de nuestra bodega es el legado de nuestros antepasados: la tierra y los clones más idóneos para la calidad de nuestros vinos”. Con esa filosofía de empresa, miman el vino desde la tierra y el viñedo: “su antigüedad media es de 30 años, aunque hay cepas que alcanzan más de 100 años”, afirman. Por ello, han conservado las variedades de uva y los clones más antiguos que sus antepasados seleccionaron de forma laboriosa, generación tras generación.

Hoy cuentan con unas instalaciones de 2.200 m2, con tres naves: en la primera elaboran los vinos con las ultimas tecnologías (equipos de frío para fermentaciones controladas, depósitos de acero inoxidable etc.). La segunda esta destinada al embotellado y almacenaje, y por último, la cava de crianza con capacidad para 200 barricas nuevas de roble francés y americano.

Sus referencias se venden en medio mundo, siendo la exportación su principal línea de negocio. No obstante, en la propia bodega podrán adquirir sus vinos, que abarcan desde los jóvenes, con un ligero paso por barrica, hasta las crianzas más prolongadas en las que extraen las esencias de la reducción en botella. También cuentan con algún blanco sorprendente.